Una de las grandes disyuntivas con la que cualquier desarrollador de videojuegos moderno se topa actualmente, sobre todo aquellos que persiguen el famoso “realismo”, tiene que ver con qué tanto peso darle justamente a la simulación de cierta actividad o circunstancia, y a la vez, no olvidarse de la esencia de un medio interactivo que vive justamente de mecánicas de juego que sean funcionales y divertidas para el usuario. Sin duda alguna, el equipo de Infinity Ward se encontró en más de una ocasión con estas preguntas durante el desarrollo de Call of Duty: Modern Warfare, juego que se lanza en menos de un mes y que tiene la complicada misión de regresar a su gloria a una serie que desde hace ya un par de años, se ha sentido un poco descafeinada y sin un rumbo claro.