Las intenciones Mark Zuckerberg de postulares en política se han esfumado por los últimos escándalos de Facebook, pero apunta maneras; es de esa clase de personas que donde dije digo, digo Diego. Poco a poco va admitiendo algunas de las acusaciones que ha recibido en los dos últimos años. Y eso que siempre las había negado.
Al final, por unas cosas u otras, todo se sabe. Es lo que les está pasando a sus declaraciones que se van desmontando conforme pasa el tiempo. Una preocupante sensación que lastra, sin lugar a dudas, su ya maltrecha confianza. El único atributo al que se acoge la sociedad para seguir existiendo. Dos meses después de su «tercer grado» en el Senado de los Estados Unidos, el fundador y líder de Facebook, la mayor red social del mundo, ha contestado a las preguntas que eludió acerca del impacto de Cambridge Analytica.
En una extensa carta de 225 páginas (PDF, en inglés) remitida a los senadores, Zuckerberg se ha defendido de los escándalos de privacidad y ha roto, con ello, uno de los mitos que se paseaban entre los más escépticos. Facebook no emplea los llamados perfiles ocultos para monitorizar las actividades de sus usuarios, pero sí reconoce que emplea un sistema de seguimiento sobre los no usuarios. Un rastreo que le sirve para potenciar aún más su lucrativa herramienta publicitaria, su principal fuente de ingresos. Un estrategia que, según los primeros indicios, podría incurrir en técnicas monopolísticas.
En su primera declaración, …