Lo más interesante de este vídeo es cómo muestra el potencial de los sistemas de aprendizaje basados en evolución de redes neuronales, que acaban aprendiendo a fuerza de ensayo-y-error mediante evoluciones aleatorias. En este caso se juega a ser Dios con criaturas que combaten en un «campo virtual», sin programarles apenas conocimientos de base, tan solo 4 inputs, dos grupos de neuronas interconectadas y 5 outputs.
Las criaturas saben evaluar (input) cuatro cosas: 1. si hay un enemigo en su campo de visión, 2. si hay un proyectil acercándose (puntos negros), 3. si ya han disparado o no y 4. cuál es el ancho de su campo de visión (en el vídeo: rayas de color).
Como opciones de salida (output) tienen cinco: 1. avanzar en línea recta, 2. girar a la derecha, 3. girar a la izquierda, 4. disparar o 5. cambiar el ancho del campo de visión.
El campo está dividido en una zona para cada jugador y una banda central neutral que ninguno puede sobrepasar. Se emplea una modalidad de «torneo» donde una victoria vale 3 puntos, un empate 1 punto y la muerte 0 puntos; para eliminar al enemigo hay que acabar con sus 3 vidas, como en los videojuegos.
En los primeros enfrentamientos las criaturas ni siquiera conocen en qué consiste el juego, simplemente hacen movimientos al azar y al cabo de un rato –con suerte– el torneo produce un resultado. Las criaturas ganadoras pasan con más probabilidad a la siguiente fase y las menos …