El sello ISSOP busca proteger a los consumidores y al medio ambiente de prácticas tan frecuentes en la industria como la obsolescencia programada.
El término “obsolescencia programada” tiene su origen en la primera mitad del siglo XX. Durante aquellos años surgió una tímida idea entre las industrias más reconocidas del sector: fijar y/o programar el fin de la vida útil de todos los productos fabricados. Es decir: hacer que una televisión, una videoconsola o un smartphone deje de funcionar correctamente pasado un periodo de tiempo concreto.
La obsolescencia programada es uno de los grandes debates alrededor de la industriaLas ventajas de esta técnica, para la industria, son infinitas, aunque la más notable es la constante fuente de ingresos y beneficios. Al gestionar manualmente la vida útil de un producto, se empuja al consumidor a invertir en la compra de un bien con más frecuencia, lo que se traduce, a su vez, en más ingresos y beneficios para el fabricante.
Por ejemplo: una compañía A crea un producto X cuya vida útil será de tres años. Al finalizar esos tres años, el consumidor que compró el producto X tendrá que invertir en un reemplazo o, en algunos casos, en una reparación. Esta aceleración del ciclo implica ingresos más frecuentes para la compañía, generando, por lo tanto, más beneficios y creciendo a un ritmo mayor.
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En la actualidad, el debate sobre la obsolescencia programada continúa en el aire y rodea toda la industria. Hay quienes afirman que todas las compañías del sector lo aplican indistintamente; …