En San Ciprián, una localidad española de apenas 2,000 habitantes en la provincia de Lugo, existe una enorme balsa de lodos rojos. Desde 1980, esta comunidad alberga la planta Alcoa San Ciprián, un complejo dedicado a la producción de aluminio que da empleo a más de 1,000 personas.
Justo al lado de esta planta se encuentra la balsa que contiene un compuesto extremadamente tóxico. A pesar de los riesgos medioambientales, recientemente recibió permisos para ampliarse. En este sitio se depositan los residuos del proceso de extracción de aluminio a partir de la bauxita.
Como parte del tratamiento de la bauxita, se utilizan productos químicos para separar el aluminio del resto de los componentes. Esto genera un barro rojo denso cuyo color proviene del alto contenido de hierro. Al no tener utilidad industrial, estos residuos se almacenan en grandes balsas.
El propósito de estas estructuras es evitar que los residuos se filtren al suelo o a fuentes de agua, ya que son altamente contaminantes por su composición. Su nivel de alcalinidad es tan elevado que puede quemar todo a su paso. En caso de mezclarse con acuíferos, alteran la calidad del agua y afectan la vida de los organismos. Por eso se requieren infraestructuras especiales que eviten fugas con potencial de dañar el medio ambiente.
El poder de Alcoa y el dilema ecológico
La empresa estadounidense Alcoa es la tercera mayor productora de aluminio del mundo. Tiene la capacidad de generar 1.5 millones …