En contextos de carencia, la mente humana funciona de manera muy particular.
Durante mucho tiempo, los científicos sociales han intentado entender lo que denominan la "trampa de la pobreza", el mecanismo que se preserva a sí mismo y provoca que la pobreza persista en una espiral inescapable. Sin embargo, recientes estudios indican que este mecanismo no sólo se restringe al funcionamiento de la pobreza, sino que otros tipos de escasez, como la productividad de los crónicamente ocupados o la relación de la comida de aquellos que están a dieta, podrían estar regidos por el mismo mecanismo.
En el libro "Escasez:por qué tener tan poco significa tanto", escrito por el economista Sendhil Mullainathan y el psicólogo Eldar Shafir, se nos explica que la escasez de un determinado recurso reduce nuestra capacidad cognitiva, ocasionando que nuestro cerebro se enfoque de manera casi obsesiva en una sola cosa: aquella de la cual carecemos. Este mecanismo, denominado por los autores "tunneling", significa que la mente se orienta de manera automática y poderosa hacia las necesidades insatisfechas.
"La sensación de escasez es distinta de su realidad física."
En el laboratorio, Mullainathan y Shafir replicaron condiciones artificiales de escasez, usando, entre otros mecanismos, juegos de video, y los resultados fueron sorprendentes. La escasez cambia la manera en la que pensamos, cómo ponderamos nuestras decisiones, y cómo nos comportamos: cuando hacemos estas cosas en condiciones de escasez, lidiamos con los problemas de manera diferente.
Three, por Kat, bajo licencia CC BY NC 2.0.
Las consecuencias cognitivas de la escasez
Mullainathan y Shafir señalan que …