Una breve guía sobre cómo fijar tarifas para el freelancer desesperado.
Cuando comenzamos a trabajar por cuenta propia, uno de los aspectos más difíciles suele ser aprender a fijar nuestras tarifas. Las primeras veces, todos nos quedamos en blanco cuando un cliente nos pide un presupuesto. ¿Estaremos cobrando demasiado poco? ¿Y qué tal si subimos la tarifa y el cliente se nos va con alguien más? ¿Será suficiente lo que estamos pidiendo para cubrir nuestros gastos y que nos alcance para vivir? Al comienzo, puede resultar que nos falte experiencia para determinar todas estas cosas, y es posible que tener algunos lineamientos a mano resulte útil.
1. Determina los gastos relacionados al trabajo
En especial si trabajas desde casa, es probable que estés pasando por alto un montón de gastos que se confunden con tu presupuesto del hogar: electricidad, servicio de internet, gastos de papelería. Más allá de esto, hay muchos otros gastos que solemos dejar de lado porque sólo suceden cada tanto tiempo, pero precisamente por esa razón se convierten en gastos "extraordinarios" cuando no deberían serlo: por ejemplo, la reposición de hardware por desgaste u obsolescencia. Si sabes que debes reemplazar tu ordenador cada dos años, ese gasto debería estar distribuido en tu presupuesto de esos dos años. Lo mismo un nuevo teclado, la tinta de la impresora, los bolígrafos, así como cualquier otro equipamiento que necesites, de acuerdo con tu labor.
Del mismo modo, en la categoría "gastos de trabajo" entra cualquier licencia que estés pagando por el software que utilices, …