Sesenta años. Eso es lo que han tardado los científicos en conseguir algo que llevaba décadas obsesionándoles: medir el campo eléctrico global de la Tierra. No es que no supieran que existía, es que hasta ahora era técnicamente imposible detectarlo. Y no hablamos de una simple curiosidad científica, sino de un descubrimiento que cambia lo que sabemos sobre nuestro planeta.La NASA acaba de confirmar la existencia de este campo eléctrico ambipolar utilizando una misión espacial llamada Endurance. Los resultados, publicados en Nature, demuestran que este fenómeno es tan básico para la Tierra como su campo magnético o la gravedad, pero su debilidad extrema lo había mantenido oculto hasta ahora.Un misterio de seis décadas que requería tecnología de precisión extremaEste campo eléctrico tiene una particularidad fascinante: se genera a escala subatómica pero actúa sobre cientos de kilómetros en la ionosfera, esa capa superior de nuestra atmósfera donde las partículas flotan cargadas eléctricamente. Su trabajo consiste en impulsar el "viento polar", un flujo constante de partículas que se escapan al espacio desde los polos terrestres.Glyn Collinson y su equipo del Goddard Space Flight Center tardaron años en desarrollar un instrumento lo suficientemente sensible para captar algo tan sutil. Tuvieron que superar barreras técnicas que habían frenado a generaciones anteriores de científicos, y lo lograron montando sensores ultraprecisos en un cohete suborbital.La cosa es que durante décadas los investigadores veían algo raro: partículas frías saliendo de la atmósfera a velocidades que no tenían sentido según las leyes físicas conocidas. La teoría del campo …