Nosotros, los seres humanos, hemos actuado sin saberlo como si fuésemos la mismísima evolución, creando especies nuevas. ¿Cómo es posible? Es más, ¿qué papel ha tenido esto en la naturaleza y la biodiversidad?
No existe ningún ser vivo en el planeta que haya modificado tanto su entorno como el ser humano. Hemos creado, destruido, modificado y aprovechado cada rincón del globo. Hemos llegado hasta los cielos y bajado hasta las simas más profundas (o casi). Y en todo este proceso, hemos cambiado lo que nos rodea. Especialmente a otros seres vivos. Sí, los seres humanos somos los responsables de la desaparición de miles de especies. Pero, aunque parezca mentira, también lo somos de la aparición de muchas otras. Sin saberlo, hemos realizado la tarea que sólo le corresponde a uno de los motores biológicos más importantes del mundo: la evolución.
Agentes de la evolución
Cualquiera que haya estudiado un poco de biología es consciente del papel del ser humano seleccionando especies por sus valores: los árboles frutales, las vacas lecheras o las distintas razas de perro son un ejemplo. Aunque estos no son ejemplos de que hayamos contribuido a crear nuevas especies. Pero lo hemos hecho. ¿Qué es una especie? Aunque esta cuestión es mucho más complicada (y sujeta a discusión) de lo que parece, cojamos el concepto clásico: una especie es un conjunto de organismos con las mismas características que pueden reproducirse con descendencia fértil. En un momento dado, los cambios acumulados separan una especie de otra, convirtiéndola en otra nueva incapaz …