A pesar de que la historia del iPad comenzó a escribirse en 2010, ya ha tenido distintas ramificaciones en este corto período de vida. Si lo pensamos, ha seguido caminos muy paralelos a lo que sucedía en la gama Mac (más cercana incluso que la familia iPhone en este aspecto), diversificando en un momento importante de su historia entre los modelos iPad y iPad Air.
El iPad Air no supuso un cambio más radical como lo fue el MacBook Air en la gama de portátiles, pero si que marcó un antes y un después en diseño y filosofía: un nuevo concepto de tablet mucho más delgado y más potente - conseguido gracias a la experiencia obtenida en los procesos de miniaturización de sus dispositivos móviles. Duró dos generaciones hasta que se convirtió en el iPad (2017), alejándose de los apellidos numéricos y - de nuevo, como en los Mac - distinguiendo cada generación por el año de lanzamiento.
El iPad mini supo concentrar la experiencia del iPad en un tamaño más reducido, sin sacrificar las sensaciones del original
Una de las ramificaciones de la gama fue el iPad mini, una versión lanzada al compás del iPad 2 que concentraba (no reducía, como dejó bien claro Phill Schiller en aquella keynote) la experiencia del iPad. Este nuevo tamaño permitía más comodidad a usuarios que no requerían de una pantalla tan grande pero sí de la potencia y de las sensaciones completas del producto. El apellido “mini” es parte de la mitología …