Aquí hay spoilers, pero no importa.
La historia de ETA da pie a construir narrativas que la expliquen, que cuenten su historia, que ayuden a las nuevas generaciones a no caer en la amnesia colectiva y no repetir los errores del pasado. Por eso fue una gran noticia ver anunciado el estreno de "El Padre de Caín", una miniserie (sólo dos capítulos) hecha por Telecinco. Al fin y al cabo, no podemos esperar que ni Netflix ni HBO nos vengan a contar un episodio nacional así. Y le dimos una oportunidad. Error: que alguien me devuelva mis tres horas de vida.
Desde el primer minuto de film se pueden observar interpretaciones pésimas, forzadas, predecibles y nada convincentes. Quim Gutiérrez, el protagonista, pone tanto empeño en las muecas y los gestos solemnes que se acaba convirtiendo en la caricatura de un teniente. Pese al empeño del guión en colocarlo como un humilde héroe, sus esfuerzos por parecerlo sin perder un supuesto atractivo descuadran toda la historia. Y no es sólo culpa de Quim: Aura Garrido, la propietaria de la pensión, echa más leña al fuego con reacciones de andar por casa, de Scattergories familiar durante las fiestas navideñas. Patxi Freytez es de los pocos que pueden salvar los muebles: si la narrativa fuese sólida podríamos obviar algunas exageraciones para encarnar a un burgalés en Euskadi, pero no lo es.
De las imprecisiones de todo tipo también podemos hablar. ¿Por qué una serie hecha en España y para españoles cree que es buena idea colar …