El iPad de 2022 ha subido mucho de precio en Europa (principalmente debido a la inflación y a la devaluación del euro), pero para Apple estamos ante el nuevo estándar con el que aplica un rediseño y ahorra costes reduciendo compatibilidades como hemos visto en el caso del Apple Pencil.
Ahora ha salido a la luz otro de esos recortes: el puerto USB-C del iPad es a prueba de legislaciones europeas, pero su velocidad es la equivalente de los puertos USB 2.0. Velocidad que lleva con nosotros más de dos décadas y es decenas de veces más lenta que los estándares actuales. Y aún así, hay razones para que Apple haya tomado esta decisión.
Un cable antiguo, pero para usuarios que no necesitan mucho más
La primera de estas razones es, por supuesto, el precio del componente. Apple quiere un iPad lo más barato posible y también quiere sacarse todo el margen de beneficio que pueda, y usar velocidades USB 2.0 aporta ambas ventajas.
El enfoque del producto también puede justificar (al menos en parte) esta decisión: estamos ante un iPad pensado para el público general, no para aquellas personas que necesiten velocidades de USB 3.0 por alguna razón específica (traspaso frecuente de fotografías de una cámara con adaptador, copia de archivos de vídeo a un Mac vía local...).
Lo más probable es que un usuario general utilice el cable USB-C sólo para cargar el iPad, y como mucho hacer una copia …