Hace algún tiempo, en una de esas sobremesas que se prolongan hasta la hora de la cena y más allá, Xurxo nos preguntó a los presentes cómo creíamos que unos extraterrestres en órbita alrededor de la Tierra podían hacer para distinguir la presencia de vida inteligente sobre el planeta. Si no recuerdo mal mi contestación fue que tendrían que buscar aquella especie que usara el lenguaje para comunicarse, que eso era una señal de inteligencia clara mucho más allá del uso de herramientas.
El misterio de la mente simbólica – cerebro, leguaje y evolución, la entrega número 23 de la colección Neurociencia & psicología de El País, es un libro en el que Xurxo cuenta cómo los seres humanos actuales hemos llegado a desarrollar un lenguaje simbólico que antes que cualquier otra cosas nos permite pensar y transmitir nuestro pensamiento a otros. Algo que nos permite trascender el aquí y el ahora no sólo como individuos a la hora de contar algo a nuestros congéneres sino como especie, transmitiendo nuestro conocimiento, tradiciones, ansias, esperanzas e ilusiones a otros seres humanos.
Los seres humanos que elaboraron las hermosas bifaces de piedra tenían ante sí un esplendoroso cielo estrellado […] Lo que no creo es que imaginaran que, varios cientos de miles de años después, sus descendientes encontrarían la forma de desvelar qué son esos puntos brillantes, de que están hechos, e incluso que lograrían enviar un artefacto en dirección a uno de ellos con fragmentos de las mentes de varios individuos …