Hace 4.000 millones de años, un gigantesco objeto rocoso golpeó la Luna, originando un cráter de 1.250 km en la región conocida como Mare Imbrium.
La historia de la Luna, al igual que sucede con otros cuerpos del sistema solar, está llena de cicatrices. Cicatrices que, al contrario de lo que ocurre en la Tierra, no pueden ser borradas o erosionadas como consecuencia de la atmósfera, el agua líquida o la deriva continental. Una de las heridas más importantes que sufrió el satélite es visible todavía hoy desde el planeta. Hace 4.000 millones de años, un objeto rocoso golpeó la Luna generando un cráter de 1.250 kilómetros de diámetro y diversas muescas en los alrededores de esta región, conocida como Mare Imbrium.
Los estudios habían considerado que el impacto de un gran asteroide pudo provocar la formación de esta cuenca, que se rellenó posteriormente con rocas basálticas. Sin embargo, un estudio publicado hoy en Nature ha actualizado nuestro conocimiento sobre el origen del Mare Imbrium. Los resultados no podrían ser más sorprendentes: el cuerpo que chocó contra la Luna era más grande de lo que se pensaba anteriormente, contando con un diámetro de 250 kilómetros, cuando se creía que su dimensión no alcanzaba los ochenta kilómetros.
Comparación del rastro dejado por la explosión producida por un experimento en el laboratorio (arriba) y por un modelo computacional (abajo). Crédito: Peter Schultz, Universidad de Brwon.Además de triplicar sus dimensiones, los científicos de la Universidad Brown han confirmado mediante modelos matemáticos y experimentos en el laboratorio …