El descubrimiento de una enorme roca esférica por parte del bosnio Semir Osmanagic no ha sido tratado por buena parte de la prensa como se merece.
La ciencia es una cosa seria, no porque sus aplicaciones o ciertos estudios no puedan resultar divertidos, sino porque una afirmación o un análisis no deben considerarse científicos si el asunto del que tratan no han sido examinado con seriedad, sistemáticamente. Y, en ocasiones, los medios de comunicación se dejan llevar por el impulso del espectáculo cuando una noticia científica se presta a ello, dando pábulo a la pseudociencia más ramplona y a personajes a los que no es muy aconsejable prestar atención, aun si estos medios no caen por la misma pendiente absurda que ellos en sus informaciones y luego recurren a científicos de verdad. Es lo que ha ocurrido con la roca esférica que el pseudoarqueólogo Semir Osmanagic ha descubierto en Bosnia.
Incógnitas imaginarias y equidistancia con la pseudociencia
El bosnio Osmanagic saltó a los medios de comunicación de todo el mundo cuando, en octubre de 2005, tuvo la ocurrencia de afirmar que había encontrado una pirámide con grandes similitudes con la de Giza pero mayor que esta, labrada por seres humanos, en las colinas del valle de Visoko, situado en su país natal, a unos veinticuatro kilómetros de Sarajevo. Aseguró que su construcción era obra de una avanzadísima civilización que descendía nada menos que de los atlantes o los lémures, que habitaban las míticas Atlántida y Lemuria, hace unos 14.000 años. Luego reculó y …