Hay que reconocer que el vídeo es precioso y cualquier cosa que medio-vuele mola. Además es digno de cualquier serie de dibujos animados utópica estilo Jetsons. Pero este «invento» entra directo al Top 3 de los conceptos más absurdos que se hayan visto en mucho tiempo: un tren volador. Desde luego imaginación le ha echado su creador, el ruso Semenov Dahir Kurmanbievich, además de muchos recursos y paciencia – aunque muchos problemas obvios parece que se han quedado sin solución aparente.
Se le pueden poner muchas pegas al «tren volador», pero por mencionar solo algunas y no cebarnos:
Tiene alguna de las ventajas del avión (velocidad: 500 km/h) pero requiere de toda la infraestructura del tren y las limitaciones que ello supone. Necesita un monorail que básicamente es lo mismo –o peor– que las vías férreas.
Su capacidad es la de un tren (y calculan que cabrían entre 1.000 y 2.000 personas), pero el diseño en versión XXXXL probablemente estaría limitado por la potencia de los motores y por «tener que volar».
Aunque podría volar libremente tiene que ir unido a tierra mediante una gigantesca barra de acero –bastante frágil a simple vista– por donde se transporta la electricidad para los motores (que no es poca).
A pesar de ser como un tren tiene que aterrizar y despegar; a pesar de ser como un avión cuando está parado ocupa una estación completa como los trenes. Además sólo cabe un monorail por estación – impidiendo la circulación de otros trenes voladores durante ese tiempo. …