Quienes compraron el primer Xbox durante sus primeros meses de lanzamiento de seguro recordarán que este usaba un control enorme, grueso, pesado y sumamente incómodo; uno que más que control parecía una enorme piedra o, como algunos le decían, una gran torta de plástico. Seamus Blackley, el co-creador de la consola de Microsoft, es otra de las personas que piensa esto mismo, al punto de admitir que considera que el mando era vergonzosamente enorme.