Ante la criminalización de la pobreza, ejemplos como el del chef Arnold Abbott y el policía William Stacy nos deberían servir de acicate para actuar contra ella.
De sobra conocemos esa declaración según la cual, si es triste pedir limosna, más triste es robar. Pero ¿qué ocurre cuando la situación llega a un límite en que la única alternativa que queda es el hurto de alimentos para dar de comer a la familia de uno y a sí mismo? ¿Alguien puede pensar que, por pura honradez y en tal extremo, lo preferible es que se mueran de hambre para no infringir la ley ni tomar lo que a uno no le pertenece? Pues los jueces de la Corte de Casación italiana y el policía estadounidense William Stacy opinan lo contrario.
Roman Ostriakov y los reos del hambre
Hace unas semanas supimos que esta institución judicial, equivalente al Tribunal Supremo español, había absuelto al indigente Roman Ostriakov por intentar robar comida en un supermercado de Génova en 2011. Entonces había sido detenido por el guardia de seguridad antes de que tuviese oportunidad de salir del supermercado, después de que un cliente avisara de que había visto cómo Ostriakov metía queso y salchichas en sus bolsillos, valorados en 4,07 euros. Por tan ridículo importe le habían condenado en 2015 a medio año de cárcel y el pago de cien euros de multa.La Corte de Casación italiana ha determinado que robar comida por necesidad no constituye un delito porque, en tales circunstancias, no puede ser punible
Curiosamente, …