Cuando ayer se apagaron las luces en toda España, muchos nos quedamos mirando el móvil como quien espera un milagro que nunca llega. Sin wifi, sin datos, sin forma de saber qué estaba pasando, de repente todo nuestro arsenal de dispositivos modernos se volvió inútil. Fue un instante raro, casi cinematográfico: la ciudad en silencio, los iconos de conexión muertos, y muchos de nosotros tratando de recordar cómo era la vida antes de estar siempre conectados. No tardó mucho en aparecer la memoria de algo más antiguo, algo que llevaba años durmiendo en un cajón, olvidado entre cables y cargadores de generaciones pasadas: el iPod.
No cualquier iPod. Algunos pocos privilegiados tenían en casa aquellas versiones que incluían un pequeño milagro oculto: la radio FM. Ese detalle, que en su momento parecía un añadido simpático más que una necesidad real, ayer volvió a ser oro puro. En medio del apagón, el viejo click-wheel no solo nos devolvía la música guardada de otros tiempos, también nos daba acceso a las emisoras que seguían informando, como faros en medio de la tormenta tecnológica. De repente, esos iPods que algunos guardábamos por pura nostalgia se convirtieron en nuestra única ventana al mundo real, que algún seguidor como @gicalin me recordaba por X.
En este artículo quiero contar algunas de esas historias. Relatos de personas que, como en una película donde una antigua tecnología salva el momento, desempolvaron sus viejos iPods y lograron reconectar con algo esencial: no solo con la información, sino con …