El aire acondicionado es uno de los elementos más utilizados en las sociedades modernas. Si bien hacen la vida más cómoda, también representan una mayor demanda de energía debido al cambio climático y al aumento de las temperaturas, lo que plantea nuevos desafíos ambientales clave.

Sin embargo, este invento tiene un origen bastante curioso, pues no surgió con la intención de que las personas lo utilizaran, sino que su nacimiento se debe a una impresora y a la humedad.

El concepto de enfriar el aire no es nuevo. En la antigüedad, los egipcios ya experimentaban con él, donde colgaban juncos empapados de agua en las ventanas, mientras que los persas diseñaron chimeneas que atrapaban el ambiente fresco.

Para conocer el primer aire acondicionado, debemos remontarnos a Nueva York en 1902, donde había un edificio en Brooklyn que sigue en pie. Allí se encontraba la imprenta Sackett-Wilhelms Lithographic and Publishing Company.

Luego de dos veranos de calor extremo que representaron un riesgo para el negocio, uno de sus clientes, la revista de humor ilustrada Judge, se quejó amargamente porque el papel que usaba la compañía para imprimir absorbía tanta humedad del aire que se expandía.

Esto afectaba los colores utilizados en el proceso de impresión, que no se alineaban correctamente. Además, la tinta en sus páginas no se secaba, lo que impedía cumplir con los plazos de entrega.

Un sistema para secar el aire

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