Durante los años noventa y los primeros dos mil era imposible entrar en una casa y no encontrar, en algún lugar aventajado, una minicadena de música. Según el grado de melomanía del dueño, junto a una enorme colección de casettes y CD's, también vinilos. Si había hijos en el hogar, quizás dos minicadenas, una en un espacio común como el salón y otra en la habitación del joven. En zonas como el cuarto de baño o la cocina tal vez podíamos encontrar un radio-CD, A.K.A. "loro", que amenizase las duchas y las horas entre fogones.
Con la llegada de los portátiles, el MP3 y Spotify, la música en el hogar dejó de ser cosa de minicadenas y equipos dedicados
Esto fue engullido sin piedad en cuanto los ordenadores portátiles, los smartphones y las tablets llegaron a los hogares. Por supuesto que hay honrosísimas excepciones que acompañaron a estos dispositivos con altavoces, inalámbricos o no, pero es indudable que para la gran mayoría fue suficiente con el sonido de su smartphone o de su ordenador.
Se perdió esa "música del hogar" que protagonizaban las minicadenas, que se quedaron obsoletísimas en la medida en que apareció el MP3 primero y Spotify después. ¿Quién puede volver a escuchar música cambiando CD's a razón de 20 canciones por disco teniendo la infinidad en una aplicación del escritorio?
Las minicadenas y similares no fueron las únicas damnificadas por el avance de portátiles y smartphones: el teléfono fijo ha pasado a tener cada vez menor demanda. …