Muy populares en el mundo anglosajón, las fintech de crowdfunding inmobiliario no están exentas de los riesgos de una inversión.
Las inversiones en activos inmobiliarios no son un invento del siglo XXI ni mucho menos. Su capacidad de ser tangibles, de verse, de poder tocarse, las hace, en muchas ocasiones, un recurso atractivo para invertir dinero.
Pese a las diatribas financieras que se han vivido en los últimos años, una vivienda o varias, siguen siendo uno de los paraísos de inversión más recurrentes. Tanto para grandes, como para pequeños. Donde algunos ven especulación con un bien necesario para todos, otros sólo ven dinero. Y es que ambos tienen razón, a su manera.
Al amparo de esta circunstancia, y montados sobre la nueva ola del crowdfunding, han surgido infinidad de compañías que juegan a las "startups" que quieren democratizar el mundo inmobiliario. Muy populares en Reino Unido y Estados Unidos desde hace años, esta tendencia está empezando a calar en México y España, sobre todo a partir del inicio de 2016.
Hasta la fecha, el acceso a las grandes inversiones inmobiliarias corría a cuenta de las grandes fortunas o entidades de construcción. Lo que ellos llaman "democratización" de la actividad es en el sentido de que permiten la entrada a todo tipo de personas, lo que tiene sus pros y sus contras.Un funcionamiento sencillo
En España la pionera se llama Housers, y lleva operando casi un año en el mercado. Ya varios han seguido su estela. En México, los primeros de su clase, se han …