Las actualizaciones OTA pueden añadir nuevas funciones a los coches que, en caso de haber sido incluidas en el producto inicial, hubieran tenido que pasar por el duro examen para la homologación en cada país, pero si vienen de la mano de una actualización de software no está tan claro este asunto.
En muchos artículos he hablado de la importancia de las actualizaciones OTA y cómo deberían cambiar la forma en la que entendemos el coche, pasando de ser un vehículo a un gadget más, además de conectar al cliente directamente con el fabricante. Es posible que nunca compres un smartphone si no te garantiza el fabricante que el terminal podrá ser actualizado con las siguientes revisiones del software que no solo mejoran el teléfono sino que añaden nuevas funciones.
En un smartphone añadir nuevas funciones es algo genial, pero es posible que no lo sea tanto cuando trasladamos el concepto a los vehículos. Y el problema viene de las homologaciones y las pruebas que se realizan para que los organismos autoricen la comercialización del coche en cada país. Esta homologación se hace tomando como base el modelo de comercialización, pero no se revisan las actualizaciones OTA que añaden nuevas funciones, y esto habría que pensarlo seriamente.
Este es el problema: compras un coche sin sistema de conducción autónoma pero con todos los elementos físicos necesarios como radares y sensores. El coche no tiene que homologarse como semi-autónomo sino como un vehículo convencional que tiene mucha tecnología. El fabricante pasados los años decide …