Su propio réquiem se llama Blackstar.
Hasta para decir adiós fue un artista. David Bowie sabía que le estaba llegando su hora y desde el principio dijo que Blackstar, su último disco, iba a ser su autorregalo de cumpleaños. Publicado el pasado viernes, 8 de enero, día en el que cumplía 69 años, no solo era un capricho personal: era su particular manera de despedirse de todos nosotros.
Lo cierto es que, escuchando las canciones de Blackstar, uno encontraba un hilo y un espíritu común; el de la nostalgia, la vida y la muerte. Y es ahora, cuando ya se ha ido, cuando empezamos a darnos cuenta. La pista más clara vino con el inquietante vídeo de "Lazarus", estrenado un día antes de su cumpleaños:Aparte de que el tema tiene una letra bastante reveladora, con versos como “I’ve got scars that can’t be seen”, “Everybody knows me now”, “I’ve got nothing left to lose” o “I was living like a king”, el clip, dirigido por Johan Renck, que también se encargó del anterior, "Blackstar", nos muestra una dualidad entre un Bowie en cama en un hospital y escribiendo lo que parece ser su testamento/legado.
Teniendo en cuenta que llevaba 18 meses luchando contra el cáncer que se lo acabó llevando, el vídeo cobra un sentido mucho más autobiográfico, más crudo. Seguro que David pasó mucho tiempo en una habitación de hospital como la que se muestra en "Lazarus", reflexionando sobre su vida, y lo más probable es que ahí mismo decidiera despedirse …