Saltando entre plataformas, esquivando como puedes a los enemigos mientras disparas con la mano abierta (luego cambia la cosa). «Cuphead» es una pequeña joya a descubrir. Su atrevido y caricaturesco apartado visual, inspirado en los dibujos animados de los años treinta, sirve de reclamo, pero es algo más que una cara bonita. Este título independiente, corto e intenso, reúne algunas cualidades singulares que atrapa al espectador en los primeros compases. La trama argumental es lo de menos, pero tiene su aquel. El personaje debe saldar una deuda que tiene pendiente con el diablo y, para lograrlo, debe superar todas las pruebas.
De sopetón, uno se encuentra con una aventura atrayente y dispuesta a jugarla. Es un juego de grandes ideas resueltas de una manera minimalista. Se trata de un amalgama de pequeñas pruebas, muchas y muy variadas, distribuidas en cuatro partes diferenciadas. Combina dos grandes estructuras, pero la correa de transmisión son la continua lucha contra jefes finales. Y sí, son más díficiles de lo que aparentan. Algunos se centran en la eliminación de un enemigo que cambia de dimensión y habilidades cuando se superan las fases, mientras que otras se centran en situarse en el género «run and gun» -dispara y corre- que presenta la aventura en un movimiento multidireccional, pero cuyo destino se ubica en un scroll horizontal.
El nivel de dificultad -a elegir según la prueba- va in crescendo. Algunas de ellas requiere de una cuidada dedicación. Comprender los movimientos de los enemigos, aprenderse los …