Bryan Singer nos recibe en la tercera entrega de la nueva saga de X-Men. Tras la brillante X-Men: First Class, y la decente X-Men: Days of Future Past, los mutantes se quedan cortos en X-Men: Apocalypse.Tener un antagonista excesivamente poderoso muchas veces es considerado como un error narrativo, al eliminar la tensión del espectador, cuya única duda es averiguar cual de los quemados clichés será el que los guionistas hayan insertado en la parte final de la historia. X-Men: Apocalypse es un gran ejemplo de esta escalada de villanos, directa al precipicio.
“Apocalypse” tiene un caso claro de Ultronitis, una enfermedad narrativa que consiste en el espectador rápidamente asumiendo que “villano invencible” será vencido. Una fórmula que funciona en los cómics, pero no en el cine. Una resolución tensa requiere sacrificios que la película no aporta. Así, el antagonista nos recuerda a Ultron en The Avengers, o de forma más irónicamente sinónima Doomsday en Batman v. Superman. Un villano que asusta porque te lo cuentan, no porque te lo muestren.
X-Men Apocalypse peca de Ultronitis: un villano invencible que sabes acabará siendo derrotado
La película nos introduce a En Sabah Sur alias Apocalypse el primer humano mutante que, desde hace miles de años lleva absorbiendo el poder de otros. Interpretado bajo una montaña de maquillaje y vestuario por un más que válido Oscar Isaac. Una deidad omnipotente e invencible, que despierta tras haber sido enterrado en el antiguo Egipto por una orquesta de no-mutantes ateos revolucionarios golpistas, que querían acabar …