Hoy en día un problema real es que parece que todo puede falsificarse. Hay bolsas Prada copiadas, casi idénticas a las originales, pero que valen mucho menos en el mercado, o relojes Rolex que se ven como los originales pero que cuestan una fracción de dinero sobre el precio que podríamos esperar de estos mecanismos de relojería. Y si vamos a software, hemos visto que hoy se pueden hacer fotografías (muchas veces en memes), donde se incluyan a los personajes de la política por ejemplo, y que aparentemente hayan aparecido en alguna situación embarazosa. Y más aún, ya están los videos falsos (deep fake), en donde se puede poner el video de algún actor de la política o de los medios electrónicos, diciendo cosas que jamás dijo en un aparente discurso por demás realista.
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Y aunque -todavía- hay formas de luchar contra estas falsificaciones en muchos ámbitos, la realidad es que la tecnología digital nos está ganando la batalla. Hoy, por ejemplo, se pueden crear tuits falsos, mensajes de Facebook que no son verdaderos, textos en Snapshat que también son falsos, etcétera. Y muchas veces, para darles la veracidad que se les quiere dar, amén de que se hagan muchas veces solo como bromas, estos sistemas permiten “hacer una captura de pantalla” de un tuit o un mensaje de Facebook aunque estos se hallan armado con una app.

Buscando en Internet es fácil hallar programas generadores (muchas veces en línea), …