Desbloquear el móvil. Abrir Tinder. Deslizar y deslizar, mientras pasan fotos que dejan poco a la imaginación o que hacen pensar más de la cuenta. Llega el 'match'. Hablar, conocer y, finalmente, si se da el caso, quedar. Una rutina con final abierto que se había convertido en normal para muchas personas, pero que el coronavirus ha trastocado.