(Con subtítulos en inglés)
SpaceX se fundó con el objetivo último de llevar humanos a Marte, idealmente antes de 2020.
Así que cada vez que ves cómo un cohete Falcon 9 sube y baja —algo que es y que será cada vez más habitual— estás viendo un cohete que, en esencia, está diseñado con la idea subyacente de viajar a Marte: sus motores Merlin (vídeo: Merlin 1D Engine Flight Qualification Test) tienen la capacidad de encenderse y apagarse, «para llevar la carga hasta la órbita adecuada mediante impulsos de motor o para ganar velocidad suficiente para realizar la maniobra orbital de transferencia de Hohmann, rumbo a Marte».
La órbita de transferencia de Hohmann no es el camino más corto ni tampoco es el camino más rápido para llegar a Marte. Pero sí es el más económico. En términos de energía y por extensión en términos monetarios.
El coste es en última instancia el factor que decidirá si se llega a Marte o no. Y de reducción de costes SpaceX entiende un rato: poner un kilogramo en órbita con la lanzadera espacial costaba 18.000 dólares; poner un kilogramo en órbita terrestre con el Falcon 9 cuesta 2700 dólares.
Llevar un kilogramo a Marte es otra cosa. Con el Falcon 9 el coste sería de 15.400 dólares por kilo. Lo cual en realidad es bastante alucinante porque sigue siendo menos de los 18.000 dólares que costaba poner un kilo en órbita terrestre con la lanzadera espacial. Pero a 15.400 dólares por …