Un pequeño copépodo de apenas unos milímetros es capaz de generar pérdidas millonarias a la industria piscicultora. El noruego Esben Beck, un inventor autodidacta, ha desarrollado un robot que detecta el parásito sobre la piel de los peces y acaba con ellos.
A Esben Beck (Noruega, 1972) le gustaba construir cosas desde pequeño. “Volvía locos a mis padres”, recuerda. Lo que entonces no podía saber es que acabaría por fabricar el sueño de cualquier niño: un robot submarino capaz de disparar rayos láser. El noruego no es un supervillano de película, sino un inventor cuyo original método de desparasitar salmones ha llamado la atención de los piscicultores noruegos.
Los piojos marinos son crustáceos de unos 15 milímetros que parasitan la piel de peces y se han convertido en un problema grave para los piscicultores“Hace veinte años, mi plan era estudiar ingeniería mecánica, pero abrí un taller en el sótano de casa y ya nunca salí de allí”, confiesa a Sinc. Beck comenzó a construir prototipos de manera autodidacta como instrumentos médicos y sistemas de inspección de tuberías. Un día leyó en el periódico acerca de los piojos marinos.
Estos animales son copépodos, pequeños crustáceos que no superan los 15 milímetros y que parasitan la piel de peces como salmones para alimentarse de sus mucosas, tejidos y sangre. Las heridas causadas afectan al sistema inmunológico del animal, reducen su crecimiento (y por lo tanto su rendimiento económico) y pueden llegar a causar la muerte.
Una auténtica plaga
Los piojos marinos se han convertido en un …