«Los malos son cada vez más malos y más listos». Bajo esa premisa se esconde el motor de la ciberdelincuencia, capaz de adaptarse a cualquier entorno y moda con tal de acometer sus actividades, muchas de ellas ilegales y que causan estragos no solo a empresas sino a particulares. Teniendo en cuenta que las aplicaciones de mensajería instantánea están tan extendidas en la sociedad, la propagación de bulos, informaciones falsas y existencia de fraudes son cada vez más habituales.
Con más de 1.200 millones de usuarios en todo el mundo, WhatsApp es el principal objetivo de estas actividades. Este año se ha empezado a observar precisamente la eclosión de los bulos que, en muchos casos, además de generar tensión (como los casos en donde se anuncian supuestos atentados) intentan incluso aprovecharse para robar información privada de las víctimas (como el reciente timo del cupón de Mercadona).
La necesidad de detectar los timos a tiempo es fundamental. La propagación y difusión, además, debería apoyarse en el sentido común, aunque en muchos casos las técnicas utilizadas por grupos de ciberdelincuentes son tan sofisticadas que se hace complicado desenmascararlos. La suplantación de identidad o «phishing» se ha consolidado en las «apps» de mensajería. «Antes era en un mail; ahora están en todos los medios digitales de comunicación que permiten a una persona contactar con otras», señala a este diario Hervé Lambert, Retail Global Consumer Operations Manager de la firma de seguridad informática Panda Security.
«Utilizan [por los cibercriminales] todas las artimañas …