En 1966 Josué Sáenz, coleccionista mexicano adquirió un raro códice maya, que por su procedencia siempre se pensó que era falso, pues resulta que Josué fue abordado por un grupo de desconocidos que le ofrecieron el códice junto con unos cuantos objetos encontrados en una cueva cerca de la Sierra de Chiapas, pero solo si prometía jamás decirle a nadie o mostrar el libro.
Cuando llegó al sitio con dos "expertos" ellos declararon que el códice era falso, pero Josué siguió su corazonada y compró el códice, ahora, 900 años después se ha descubierto que el códice Grolier, que toma su nombre de su primera exhibición en público en el Club Grolier (de amantes de los libros) de Nueva York en 1971, es auténtico.
La verdad es que había varias razones para suponer que el códice era falso, la primera obviamente, fue la forma un tanto extraña en que llegó a las manos de José Sáenz, pero había otras, por ejemplo, las 10 páginas que lo conformaban estaban solo utilizadas por un lado, algunas de las páginas parecían haberse separado del resto de manera reciente. Además había ciertas discrepancias en los sistemas calendáricos del códice, lo cual era un indicio de que algún traficante de arte de poca monta había intentado imitar el calendario que viera en otro artefacto maya.
Los dibujos en sí mismos también son distintos a lo que se conoce como típicamente maya, ya que combina rasgos de los Mixtecos con atuendos de los Toltecas. Los …