Publicado por: El Espectador
Publicado en: 19/10/2016 11:28
La tecnología está transformando el concepto de privacidad, tal como lo conocemos hoy en día. En Tampa, Estados Unidos, un ciudadano, Hasan Elahi, tras haber sido perseguido y confundido en una lista del FBI que lo asociaba con explosivos, decidió renunciar a la zozobra de sentirse vigilado y creó www.trackingtransience.net, un proyecto donde registra en un mapa todo lo que hace durante el día.Podría pensarse que se trata de un caso aislado de renuncia voluntaria a la privacidad. Pero una mirada atenta quizá nos muestre cómo la cotidianidad de nuestra vida digital transcurre de un modo similar. Día a día, develamos nuestros gustos e ideas en las redes sociales, sin tener una idea clara de quién, qué y cuánto se sabe de nosotros – ¿a dónde van a parar esos datos?-. Y en el caso de la generación Z – aquellos nacidos después de 1990-, la situación es incluso más dinámica con el uso de redes como Instagram, Kik y Snapchat.Asimismo, de un modo voluntario, aunque menos consciente, podría decirse que ocurre lo mismo con nuestros historiales de búsqueda en internet. Somos totalmente francos en nuestras búsquedas y, abierto a discusión, habría que preguntarse si con ellas estamos develando lo que somos y poniendo en jaque nuestra propia privacidad. Como lo dijo Beth Noveck, cuando fuera directora de la iniciativa de gobierno abierto en la administración Obama: “No somos víctimas pasivas de que se esté recolectando información acerca de nosotros; de hecho, somos agentes activos de esta conversación”.En la agenda …