Puede que en un futuro cercano la sociedad en su conjunto esté acostumbrada a convivir con los drones. La innovación no para. Se investigan en equipos con funciones para sortear obstáculos, controlarse de manera autónoma. Existen numerosos proyectos relacionados con estas aeronaves no tripuladas, i
ncluso aplicándolos como sistemas de transporte de mercancías. Pero antes, bastante antes de presenciar esa imagen extraída de una película de ciencia ficción, se requiere de un encaje legal y normativo que regule este negocio al alza. La respuesta de la Unión Europea tiene nombre: U-Space.
Presentado el pasado año, se trata de un espacio aéreo regulado y seguro para los viajes de drones. Un «avispero drone» que, según las primeras cláusulas recogidas en el borrador del proyecto, planea un entorno común de hasta 150 metros de altura, para equipos superiores a 150 kilogramos de peso y la obligatoriedad de registrarlos previo a su despegue, tanto al drone (como una matrícula) como al operador (como una licencia).
El objetivo de estas medidas es establecer una mayor seguridad al calor del auge y popularidad de estos dispositivos controlados remotamente, que no son juguetes a pesar de la existencia de drones de uso lúdico, y que requieren de un operador en tierra para su manejo. Ante el temor de estar rodeado de drones en un futuro dadas las previsiones de venta manejadas por empresas consultoras, la idea es limitar el espacio. Está contemplado que existan unas barreras geoespaciales por las cuales no podrán acceder los drones.
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