De "coche de abuelo" a aspiración para treintañeros.
Finales de la primera década del 2000, transición hacia los 2010. Mercedes-Benz se da cuenta de que tiene un problema comercial: en aquel momento, sus coches no atraen a los jóvenes, y la edad media de sus compradores está por encima de los 50 años, superior a sus rivales alemanes del mismo segmento de precios: Audi y BMW. Únicamente tienen compradores más ancianos en promedio marcas que demandan un nivel adquisitivo mucho mayor, de una división totalmente distinta, como Cadillac o Lincoln, que superan los 60 años de edad media. Había que hacer algo.
Uno de los momentos clave fue al tener delante las cifras de ventas en julio de 2008. De todo su catálogo de automóviles, sólo los de clase C, M y GL, esta última de forma testimonial, lograron una mejora en el número de unidades vendidas. El resto vendieron menos que en el año anterior: las clases E, S, CL, SL, CLK, SLK, CLS, R (la más perjudicada) y G fueron a menos.
Empecemos por el principio: clase A
La primera medida fue amoldar la clase A, la clase de entrada, más susceptible de mayor número de ventas, también a jóvenes, gracias a su menor precio. Se pasó de conceptuarlos como monovolúmenes en miniatura para que adoptaran carrocería hatchback de cinco puertas. Ya no parecían estar destinados a un segundo coche familiar con el que moverse en el núcleo urbano, sino que pasaba a competir con dos exitazos de ventas de sus competidores, …