El cemento es un material que está presente virtualmente en todas las construcciones de nuestro país, químicamente es opaco, incapaz de hacer que algo de luz lo atraviese, sin embargo, viendo la práctica omnipresencia del cemento, al Doctor José Carlos Rubio Ávalos, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), se le ocurrió que haciendo cambios a nivel molecular, podría utilizarse el cemento como una fuente de luz. Todos hemos tenido al menos un reloj, o un control remoto, o hemos visto algún letrero por la noche en carretera que pareciera despedir luz, esa fotoluminiscencia tiene distintas etapas, la inicial es cargarse de luz, o absorber la que hay en el entorno, y al retirar la fuente primaria de luz y encontrarse en la oscuridad, los electrones cambian su estado, liberando fotones emisores de luz. La composición química de esos materiales es la que determina el color de la luz emitida que puede ser azul, amarilla, verde, naranja u otro color. Al cemento emisor de luz se le hicieron algunos cambios en su estructura molecular, enfrentando el reto de no hacerlo a partir de moléculas sintéticas o artificiales que potencialmente pudieran ser dañinas para el ambiente. La respuesta a este reto la encontraron en la química inorgánica y a partir de arena de río, desechos de la industria acerera, álcalis y agua, fue posible obtener a temperatura ambiente (y con menos impacto que al producir cemento Portland o común), este nuevo cemento emisor de luz. Es así …