Apple está decidida a cambiar su modelo de negocio. Tradicionalmente se había encargado de producir productos tecnológicos a cambio de una importancia cuantía de dinero. Conforme más fuerza ha cobrado los servicios en la nube y las herramientas digitales la multinacional estadounidense ha venido apostado por esta línea, la que más crece en su facturación.
Pero no parte de cero. Tiene acumuluado tanto potencial que lo que está pergeñando en estos momentos es un cierre de círculo lógico. Lo está consiguiendo en muchos ámbitos, desde los contenidos audiovisuales, los videojuegos, el consumo de información, pero también ha metido la cabeza en las finanzas. La primera piedra que ha colocado en esta transformación tiene un nombre, Apple Card.
Aunque todavía está en pañales, es una suerte de tarjeta de crédito (plenamente digital) que viene como el fruto de una alianza con Mastercard y Goldman Sachs. Es un movimiento interesante puesto que el dinero cada vez más es virtual. Los usuarios de esta nueva tarjeta la podrán usar en aquellos países en los que esté disponible el servicio Apple Pay. Los principales atributos son: experiencia simple, sin cargos, intereses más bajos, con segmentación de gastos para intentar ahorrar, programas de recompensas y una apuesta por la privacidad.
Como aspecto negativo está el hecho de que se podrá utilizar en una primera fase únicamente en Estados Unidos, aunque llegará a unos cuarenta nuevos mercados a final de año. No es la primera irrupción de la firma de la manzana en el tradicional …