Tengo muchos recuerdos de las primeras veces que salí a correr. Nunca he sido ningún profesional porque he utilizado este deporte como una forma de evasión: escaparme con mi música, sin pensar en nada más que en la siguiente zancada, corriendo por el paseo al lado del mar. También me gusta la forma en la que este deporte te reta: no dependes de nadie más que de ti mismo, incluso antes de salir a practicarlo: la lucha interna para ponerte las zapatillas después de un día agotador no es nada fácil.
Siempre he corrido con tecnología, ya imagináis. Recuerdo empezar con un viejo Walkman Sony fosforito, que tenía que llevar en la mano porque si lo anclaba me tiraba del pantalón corto. Auriculares de diadema, que luego sustituí por otros más ligeros - aunque se me caían cada 200 metros. Años más tarde llegaron los iPod, cuando probé aquel iPod shuffle me maravillaba por un tamaño tan reducido y una buena calidad - ¡sin saltos de sonido, sin pilas!
La tecnología deportiva ha evolucionado: hoy, el reloj es nuestro entrenador
Después, con el iPhone, los primeros miedos. ¿Es seguro correr con un teléfono que cuesta más de 700€? Pero aquello merecía la pena: información de la carrera hablada, recorrido en el mapa, ánimos en directo, retos con otros amigos. Llegaron los brazaletes que aún seguimos viendo incluso con los modelos de 5,5" y todo parecía haberse normalizado, con aquellos cables y auriculares deportivos en el oido, tratando de no …