La tecnología es maravillosa. Nos permite crear realidades que antes se tachaban de ficción. Nos hace soñar, innovar y progresar. ¿A quién se le habría ocurrido hace cincuenta años que íbamos a poder hacer videollamadas con personas en la otra punta del mundo? ¿Qué nos habría dicho Neil Armstrong cuando volvió de la luna si le hubiésemos enseñado entonces un iPhone 14 y le hubiésemos dicho que su potencia era de más de 100.000 veces la del Apollo 11?
La tecnología ha supuesto el mayor cambio cualitativo y cuantitativo de nuestro nivel de vida en toda la historia de la humanidad. Nuestro mundo sería radicalmente distinto sin ella. Sin embargo, y como todo en esta vida, tiene dos caras. Del mismo modo que se ha podido utilizar para buscar el bien, se puede hacer mucho mal con ella, y por eso es importante actuar.
La seguridad es lo primero
El ejemplo más vivo y reciente de esto son los AirTag de Apple. Un pequeño rastreador que muchos utilizamos para localizar nuestra mochila, nuestras llaves —dichosas llaves, que siempre se pierden— o incluso a nuestro perro. Es un dispositivo maravilloso, que mejora la vida de mucha gente y la hace un poquito más fácil. Sin embargo, hay quienes lo utilizan para otros fines, que no persiguen precisamente el bien común.
Hace unos meses saltó la polémica de que un número elevado de criminales estaban utilizando AirTag para localizar a personas sin su consentimiento. …