En el año 1994, se dio una de esas entrevistas que se recuerdan en el sector tech. Entonces, Steve Jobs se sentó a hablar de la vida dentro de Apple a la Asociación Histórica de Silicon Valley. Allí dio un consejo que decía le había funcionado toda la vida: pide ayuda cuando lo necesites, como sea y cuando sea. De hecho, así consiguió un gran favor del CEO de Hewlett Packard. Pasados varios años de aquella anécdota, le dio otra lección de vida al hombre que iba a tomar su puesto.
Cook y la llegada a Apple. Cuando Tim Cook se unió a Apple en 1998, la compañía estaba al borde de la bancarrota. A pesar de su éxito anterior en la antigua Compaq y su experiencia en IBM, Cook vio la oportunidad de su vida en Apple y decidió arriesgarse. Bajo la figura de Steve Jobs como mentor, el ejecutivo no solo ayudó a rescatar a la compañía de la manzana, sino que también desarrolló un estilo de liderazgo único.
Y aquí viene una parte importante de su éxito, como ha explicado hace poco en una entrevista. Una de las lecciones más importantes que Jobs le enseñó fue algo aparentemente sencillo, pero difícil de lograr. Jobs se refería a la importancia de la flexibilidad mental: la habilidad de no aferrarse a creencias pasadas y de adaptarse cuando surgen nuevas propuestas y datos.
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