La espera toca su fin y empieza nuestra aventura en Lothric. Hogueras, frascos de estus, ascuas, almas, antiguos y nuevos personajes, viejas leyendas y seres de ceniza. Ya está aquí la conclusión de una de las sagas que ha cambiado la forma de hacer y ver los videojuegos. Analizamos Dark Souls III. Desde el mismo momento de su anuncio, Hidetaka Miyazaki y compañía quisieron dejar claro que Dark Souls III es el último título de la franquicia que arrancó en 2011. Un mensaje difícil de encajar en una comunidad tan pasional como la que sigue la obra de From Software pero, por encima de cualquier cosa, otro incentivo para esperar la obra cumbre del estudio.
Dark Souls y su segunda parte fueron juegos muy distintos a muchos niveles. El primero, con Hidetaka Miyazaki a la cabeza, una innegable obra maestra con un intrincado e interconectado diseño de niveles, un universo absorbente y decenas de interesantísimas historias, personajes y leyendas ocultas.
El segundo, dirigido por Yui Tanimura y Tomohiro Shibuya, rebajó el reto y el nivel del diseño de niveles pero aportó múltiples novedades en el plano puramente jugable: la profundidad y variedad del desarrollo de personajes se llevaron a otro nivel, aspectos como el dual wielding o el uso de la magia se mejoraron sustancialmente, el lado competitivo sufrió un importante lavado de cara y la profunda mejora del sistema New Game + potenció enormemente la rejugabilidad.
Desde el lanzamiento de Demon's Souls en 2009, el crecimiento del estudio y …