Cuatro años después de su último juego, Gearbox Software publica Battleborn y da el pistoletazo de salida en el género de los hero shooter. Analizamos esta mezcla de League of Legends y Borderlands. Es difícil saber, por el momento, si las decisiones recientes de Gearbox Software terminan siendo un valor a aplaudir o un riesgo innecesario. Es elogiable apuntar a lanzar una nueva propiedad intelectual en una época donde pocas grandes producciones salen de franquicias ya conocidas pero, por esa misma razón, también parece un movimiento innecesariamente arriesgado.
La compañía tejana tardó muchos años en encontrar un verdadero filón en su catálogo, desarrollando entregas de franquicias creadas por otras empresas (muchos Brothers in Arms son de Gearbox, por ejemplo) y probando suerte con nuevas y originales propiedades intelectuales. Y entonces, con mucha suerte por el camino, llegó el éxito de Borderlands.
Ahora, con la marca ya asentada entre los jugadores, con una identidad muy marcada y con una cantidad más que destacable de juegos vendidos, llega Battleborn. Y este hero shooter, competencia directa del cercano Overwatch, llega con la etiqueta y casi la obligación de ser “el nuevo Borderlands”. Y no lo es.
El mismo Randy Pitchford, CEO de la compañía, anunció en un tuit durante el verano del pasado año que el estudio estaba buscando incorporar desarrolladores para trabajar en Borderlands 3 afirmando que “este es el juego grande”. Sorprende ese desprecio a su propio producto pero, aunque duela reconocerlo, la sombra de Borderlands es muy alargada y perjudica, …