Uno de los capítulos más curiosos de la historia de la informática se escribió, por increíble que parezca, a principios del siglo XIX en la Inglaterra victoriana.
Charles Babbage concibió dos máquinas diseñadas para hacer cálculos. Una más limitada, la Máquina Diferencial, y otra mucho más ambiciosa, que se puede considerar un verdadero ordenador, la Máquina Analítica. Ambas, pues esa era la tecnología de la época, eran dispositivos mecánicos que funcionarían mediante el giro de una manivela o conectadas a un motor de vapor que hiciera girar esta.
Por distintas circunstancias Babbage no llegó a construir ninguna de esas máquinas, aunque el resultado podía haber si le hubiera hecho algo más de caso a Ada Lovelace, un personaje cuyo importante papel en esta historia ha ido quedando cada vez más claro según se analizaba la abundante correspondencia que mantuvo con Babbage.
Augusta Ada King, la condesa de Lovelace, hija del poeta Lord Byron, más conocida como Ada Lovelace, era una mujer con unas inquietudes intelectuales poco habituales para lo que la sociedad de su época esperaba de una mujer.
Su interés por las matemáticas, en especial, la llevó a trabajar con Babbage en lo que se refiere al desarrollo de la Máquina Analítica.
Entre otras cosas entre 1842 y 1843 tradujo al inglés un artículo del ingeniero militar italiano Luigi Menabrea sobre la Máquina Analítica, traducción que complementó con sus propias notas.
Una de ellas, la Nota G, contiene un algoritmo para calcular números de Bernoulli, que aunque nunca …