El tiempo pasado en salas de espera, asientos incómodos de avión, y también en los destinos me ha dejado algunas lecciones que me gustaría compartir con ustedes.
En los últimos años he tenido la fortuna de viajar varias veces al año, en ocasiones a lugares bastante remotos, lo que me ha acumulado millas que todavía no puedo canjear, y una buena cantidad de experiencia lidiando con aeropuertos, colas de migración, escalas y logísticas de viaje. Hoy quiero dejarles diez lecciones que he aprendido a partir de esta experiencia.
1. Ten siempre tapones para los oídos
Por lo menos una vez al mes le prendo una velita imaginaria al inventor de los tapones para los oídos. Son la única arma que sirve por igual para defenderte de vecinos ruidosos, bebés llorones, anuncios en los aeropuertos, y de cualquier otra cosa que amenace con darte un dolor de cabeza o no dejarte dormir o leer cuando lo deseas. Un par de tapones para los oídos no ocupa nada de espacio, y son una de esas cosas que agradecerás al "tú del pasado" cuando recuerdes que los empacaste.
2. Lleva una bufanda contigo
Por razones similares, una bufanda (o un pañuelo grande, pashmina, o la variedad que prefieras) es una herramienta de usos múltiples. Sirve como capa adicional para protegerte del frío, para taparte los ojos, para cubrir una superficie, o para arrugarla y convertirla en cojín. Yo la he usado como sábana en más de un aeropuerto, cuando no queda otra opción para dormir sino el suelo.
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